Una Carta para ti

Querida amiga: Espero estés bien y seas feliz.Te escribo, no pienses que lo hago para pedir disculpas, aunque las necesito y lo digo en estas lineas, pero no son para excusarme, de ninguna manera. Escribo éstas lineas por que fluyen desde semanas por mi mente sin razón alguna, sólo tal vez por el hecho de tu recuerdo. En esta carta no son mis sentimientos los que se relatan, es sólo un corto relato de los sucesos de aquellos días, de forma casi explícita, desde mi punto de vista. Para que así puedas entender sólo un poco de lo que sucedía en mi interior por esos días.
Por mucho tiempo tenía controladas mis emociones, es decir, podía a mi antojo tener al amor jugando, podía decir “te quiero” sin ningún problema; por que nunca me enamoraba. Y pensé, por ese entonces, que nunca me enamoraría con el corazón. Hasta que te vi, con tu alegría y tu belleza, tan rara, tan diferente a todo lo conocido. Secretamente entonces me fui enamorando de tus pasos y tus palabras, tus miradas y tus labios, de cada cosa tuya, pero, yo no existía como amor en tu corazón. No sé sin embargo, que paso realmente. Comenzaste entonces a fijarte en mi, ambos comenzamos a jugar que podríamos querernos, que algo podría haber entre nosotros.

Yo no quería ‘jugar con fuego’ y te lo advertía, no quería vivir esto que vivo ahora. Imaginaba dentro de mi que pasaría por muy malos momentos, pero me deje llevar cómo un manso cordero por las sendas de tu amor, de todo en ti. Enloquecí cuando dijiste que te estabas enamorando de mi, veía ciego de amor que quizá me equivocaba, que mis intuiciones futuras, eran sólo un miedo al amor; que debía desaprenderme de ese miedo y vivir el ahora en ese momento. Entonces pase por lo mas bello, como pocas veces antes lo había pasado. Lo bello de tus caricias y tus besos, tus susurros y tus abrazos, tu piel y tu calor, tus sentimientos y tu amor. Y por un tiempo fui feliz, olvide mis temores y pensé en vivir, abandonar la soledad pasada, empezar a querer y ser querido. Pero sucedió lo que mi corazón ocultaba con vehemencia: la felicidad mutua comenzó a menguar con el paso de los días, deje de sentir tus labios, tu mirada no tenia el brillo que yo deseaba no habitaba ya en ella el amor por mi, escapabas furtivamente de mi vida y me dejabas esperando tus caricias, se diluía tu calor de entre mis dedos las pocas veces que estabas conmigo; no entendía que sucedía que cambios repentinos sucedían en tu interior que explicase esta, tu manera de tratarme.

El tiempo fue abriendo mis ojos de a poco, que tonto era yo, cómo esperaba algo mas de ti, si yo no daba todo y partiría dentro de muy poco. Cómo esperaba que te entregases a mi, un amor volátil, que va y viene de aquí para allá sin encontrar un descanso a su viajar. Entendí bruscamente esa realidad. Explicaría esto mi cambio de carácter por esos días. Sin querer entender fui acercándome inexorablemente al final de mis días por allá. Lo siguiente fue lo peor, alguna vez te dije: “de mis palabras me arrepiento, por que digo tantas tonterías”, acostumbro ser soberbio con las palabras, sin querer; tal vez pedante también. Por eso hablo poco, no me gusta herir a las personas. Pero soy también humano, con los sentimientos en alboroto gracias a ti, a tus caricias; me equivoqué, casi al final. Sin embargo, tuve que contenerme olvidaba a él, a quien amabas antes de mi, a quien todavía amabas y, a quien seguro todavía amas. No quise entender, no quise creer; cerré mis ojos y mi entender a la realidad, por ultima vez.

Cuando lo veía nuevamente contigo, lloraba en silencio mi suerte adversa, mi destino aciago. No puedo negarte que los sentimientos de aquellos días quizá hubiesen desembocado en mi otro final, si mi familia no hubiera estado ahí para ayudarme sin querer. Escribí, cómo escribo ahora frases y palabras sin sentido queriendo despojarme de mis penas, pasarlas a un papel, para luego tratar de olvidarlas. Resulta, ¡Claro! Que resulta, pero duele en el corazón recordar y escribir; duele mas, sin embargo, tenerte día y noche en mi mente. Vivir viendo pasar las horas, el día, el sol y la luna, una y otra vez sin tenerte aquí.

Esta carta no es, como creerás tu, una forma de quejarme es sólo una forma de explicar cómo sucedió todo aquello tan hermoso, quizá no pienses igual a mi, quizá tengas tus propias opiniones diferentes a las mías, quizá pienses que soy un tonto por escribir todo esto, quizá te importe nada esto que escribí aquí, quizá este equivocado en todo lo escrito.

Pero ya nada podemos hacer que pueda remediar y reconstruir, si alguna vez lo hubo, el amor entre los dos. Yo seguiré viajando, tu seguirás con él. Yo seguiré extrañando, tu no me recordaras. Yo trataré de buscar el amor, tu vivirás con él, cómo te lo dije ¿recuerdas? Por que fue mucho el daño que nos causamos como para que volvamos a querernos sin rencores, tal vez esté equivocado, no lo se.

Hay tardes que siento un agujero en el corazón y quiero salir y buscarte olvidando donde estoy. Hay tardes que deseo abrazarte y sentirte nuevamente, no puedo entonces evitar el nudo que se crea en mi interior, que remueve mis cimientos y me hace desear no seguir viviendo aquí. Deseo poder volver e imagino que estas ahí como siempre, como si nada hubiese pasado, pero no es eso posible. Sin embargo, estoy aprendiendo a no imaginarte en mi futuro, a olvidarte en mi pasado y no desearte en mi presente.

No quiero extender mas estas lineas, pues, se vuelven interminables e insípidas para la lectura. Tengo mucho para conversar, pero nunca mas quieres conversar conmigo y eso no lo puedo remediar.

Hasta pronto, se feliz, que yo trato de serlo. Vive, olvídate de mí cómo lo debes estar haciendo. Y, si algún día nos volvemos a encontrar, que el tiempo haya limado nuestros rencores y volvamos a ser amigos. Y, si el destino todavía nos depara una segunda oportunidad espero que no la desechemos.

Adiós.